“Permitido tocar, obligado sentir”
- Culturizadamente
- 1 dic 2018
- 3 Min. de lectura
El Palacio de Santa Cruz acoge las distintas culturas del continente tropical en su exposición “Museo Arte Africano Arellano Alonso”
VALLADOLID. María J. Cardalliaguet
Mentalmente sobrevolamos el continente africano. La forma geométrica de su geografía, acabada en pico en su punto más al sur. Dirigiéndonos al centro de sus coordenadas, llegamos a la puerta del Palacio de Santa Cruz (Valladolid) donde, divididas en tres salas, la cultura y el arte africano conviven en un palacio construido en el 1486.

Retrocediendo unos años atrás, llegamos a la primera sala decorada con metales. Es en la zona occidental en la que las culturas desarrollaron el uso del hierro para fabricar armas, herramientas y objetos domésticos. Los habitantes de la República Democrática del Congo, Nigeria y Ghana modelaron el bronce. No como se conoce hoy día, sino utilizando la técnica de la cera perdida siendo una aleación de cobre, zinc, plomo o estaño.

Al igual que con los metales, la presencia de arcilla -conocida como terracota- en las zonas del Mediterráneo y de las cuencas de los ríos Níger y Congo sirvió como material para el arte africano. Una vez maleada con la técnica de los churros, la decoraban con colores procedentes de pigmentos minerales y vegetales. Por lo general, estos botijos humanos eran confeccionados por mujeres.
Una característica de estos botijos: el ombligo representado hacia fuera denotaba fertilidad. Por eso, en algunas zonas eran los hombres quiénes se encargaban de su arte ya que creían que podría afectar a su fertilidad y perjudicar al orden cósmico.
El continente africano en la elaboración de sus estatuas utilizaba materias naturales en su mayoría, ya que sus elecciones estaban condicionadas por las creencias mágico-religiosas o por el uso que se quería dar a la pieza. Para estas esculturas el material que más utilizaban era la madera. No muchos años atrás, Les Arts d’Afrique fotografió a Wan, un escultor de Costa de Marfil en 1995. Para ello antes de empezar a tallar la madera, el artesano africano, había elegido un árbol de su aldea y, antes de cortar el tronco, hizo un sacrificio a los espíritus de su interior.
Continuando con el vuelo, alcanzamos la que es la segunda sala del museo. Siglo V a.C. y la cultura Nok. Tras haberse popularizado el uso de la arcilla en todo el África Occidental, las terracotas Nok continuaron con la escultura naturalista. Igual que sus antepasados, los noks las modelaban según la técnica de los churros. Al hacerlo con esta técnica la pieza se queda hueca. Representan al humano, de una forma cilíndrica, con ojos semicirculares, muy expresivas y artísticamente decoradas. La primera estatua encontrada de esta cultura fue en el 1928.
Comparando ahora nuestros dos continentes, levantando un poco más alto el vuelo, durante el siglo XIX y principios del XX se extendió la producción de cerámica. Aterrizando en Nigeria, las culturas Cham y los Longuda fueron los creadores de unos recipientes “medicinales”.
Llegando a la zona noroeste de Camerún nos encontramos con un país que en la actualidad habitan en la monarquía del Rey Oku. En este régimen para ser alguien importante deberíamos portar las máscaras de madera que la cultura realiza. Es la más prestigiosa distinción que, en política, consideran otorgar a las familias ilustres o a los grandes mandatarios.

Como si con kilos de tejidos, sonajeros, tachuelas de metal, marfil, cintas, lanzas -como los de la foto- nos vistieran al aterrizar. Usan los colores, las formas geométricas y los sonidos para sus danzas e invocación de espíritus. Delante del Palacio Real hay soldados vestidos semejantemente velando por la salud del Rey.

Una vez visitada esta monarquía, el Palacio de Santa Cruz alberga en la azotea, con el techo traslúcido los colores que hacen pensar en la África de hoy día. Se trata de una exposición itinerante con motivo de la que está en el palacio de arte africano. Esta muestra está dedicada a la mujer africana, sus logros en la educación, su incorporación a las tareas que antes solamente estaban destinadas que a los hombres. Por el pasillo estrecho donde están todas estas reliquias también podemos ver sandalias, instrumentos de madera (como las castañuelas). En esta última sala se respira el aliento de la juventud y actualidad en la cual las mujeres de África hoy viven. Aún quedando bastantes temas por arreglar, la visita al continente africano ha sido muy completa.
Gracias a la Universidad de Valladolid que alberga semejantes reliquias, los más curiosos pueden acercarse y sumergirse en este continente tan desconocido para muchos de los occidentales. Su forma de creer en la magia, en los espíritus y en el poder de la Tierra hace que, en unos instantes, la percepción del mundo cambie.
DATOS ÚTILES: la entrada al museo es gratuita. para visitas guiadas consultar http://www.fundacionjimenezarellano.com/
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